"...no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él..." Hebreos 12:5
Sin querer, una mujer permitió que se vendieran unas valiosas joyas de la familia por diez centavos de dólar. Sucedió después de que las sacara de la caja de seguridad de un banco, para lucirlas en una boda. Cuando ella volvió a la casa, el banco estaba cerrado; entonces, puso las joyas en una caja vieja con elementos para afeitarse y se olvidó. Un día, le regaló la caja a una amiga que estaba recolectando cosas para una venta de artículos usados. Cuando la mujer se dio cuenta de lo que había hecho, las preciosas gemas ya habían sido vendidas por diez centavos a un desconocido.
En cierto sentido, su dolor es similar al de Esaú. Él también supo qué significa darse cuenta repentinamente que se ha perdido algo de gran valor (Génesis 25:29-34). Su decisión, apresurada, mala, su deseo solo de satisfacer sus apetitos y su posterior tristeza pueden ser una gran lección para nosotros creyentes en Cristo. Como dice W. Wiersbe: “Nosotros podemos olvidar nuestras decisiones, pero nuestras decisiones no nos olvidan a nosotros”, toda decisión tiene su consecuencia. Y aquellas decisiones que hacemos para gratificar apetitos, pueden constarnos bien caras. Otro comentarista hablando de la decisión de Esaú dice: “la gratificación de los apetitos ha arruinado miles de almas”. Debemos aprender a no perder privilegios espirituales, por deseos pasajeros que gratifican la carne. Si lo hemos hecho es necesario, no perder los beneficios de la disciplina divina (He. 12:5). Y esta pérdida es mucho peor que negociar joyas caras por casi nada.
¿Cómo podemos evitar esa pérdida innecesaria? Cuando pecamos:
a. Debemos estar dispuestos a aprender de la corrección de Dios (He. 12:11).
b. Debemos humillarnos y mostrar valor, para aceptarla (He. 12:12-13).
c. Debemos renovar nuestra vitalidad espiritual (He. 12:14).
Si reaccionamos bien ante la corrección del Padre Celestial, disfrutaremos de otra oportunidad y sin remordimientos.
Reflexión: No puedes dejar tus pecados atrás hasta que los enfrentes, los confieses, te arrepientas y apartes. ¡Aprovecha la oportunidad que Dios te ofrece hoy!
Sin querer, una mujer permitió que se vendieran unas valiosas joyas de la familia por diez centavos de dólar. Sucedió después de que las sacara de la caja de seguridad de un banco, para lucirlas en una boda. Cuando ella volvió a la casa, el banco estaba cerrado; entonces, puso las joyas en una caja vieja con elementos para afeitarse y se olvidó. Un día, le regaló la caja a una amiga que estaba recolectando cosas para una venta de artículos usados. Cuando la mujer se dio cuenta de lo que había hecho, las preciosas gemas ya habían sido vendidas por diez centavos a un desconocido.
En cierto sentido, su dolor es similar al de Esaú. Él también supo qué significa darse cuenta repentinamente que se ha perdido algo de gran valor (Génesis 25:29-34). Su decisión, apresurada, mala, su deseo solo de satisfacer sus apetitos y su posterior tristeza pueden ser una gran lección para nosotros creyentes en Cristo. Como dice W. Wiersbe: “Nosotros podemos olvidar nuestras decisiones, pero nuestras decisiones no nos olvidan a nosotros”, toda decisión tiene su consecuencia. Y aquellas decisiones que hacemos para gratificar apetitos, pueden constarnos bien caras. Otro comentarista hablando de la decisión de Esaú dice: “la gratificación de los apetitos ha arruinado miles de almas”. Debemos aprender a no perder privilegios espirituales, por deseos pasajeros que gratifican la carne. Si lo hemos hecho es necesario, no perder los beneficios de la disciplina divina (He. 12:5). Y esta pérdida es mucho peor que negociar joyas caras por casi nada.
¿Cómo podemos evitar esa pérdida innecesaria? Cuando pecamos:
a. Debemos estar dispuestos a aprender de la corrección de Dios (He. 12:11).
b. Debemos humillarnos y mostrar valor, para aceptarla (He. 12:12-13).
c. Debemos renovar nuestra vitalidad espiritual (He. 12:14).
Si reaccionamos bien ante la corrección del Padre Celestial, disfrutaremos de otra oportunidad y sin remordimientos.
Reflexión: No puedes dejar tus pecados atrás hasta que los enfrentes, los confieses, te arrepientas y apartes. ¡Aprovecha la oportunidad que Dios te ofrece hoy!
¿Cómo puedo vencer el pecado en mi vida cristiana?
La Biblia habla de los recursos que tenemos para vencer nuestra pecaminosidad:
(1) El Espíritu Santo: Es la persona que mora en nosotros y que Dios ha dado a Su iglesia, para ser victoriosos en el vivir cristiano. En Gálatas 5:16-25, Dios hace un contraste entre las acciones de la carne y el fruto del Espíritu. En ese pasaje, somos llamados a caminar en el Espíritu.
(2) La Palabra de Dios, la Biblia: 2ª Timoteo 3:16-17 dice que Dios nos ha dado Su Palabra para equiparnos para cada buena obra. Esto nos enseña cómo vivir y qué creer, nos revela cuando hemos escogido senderos erróneos, nos ayuda a regresar al sendero correcto, y nos ayuda a permanecer en ese sendero.
(3) La Oración: Este es otro recurso esencial que Dios ha dado. Nuevamente, este es un recurso que los cristianos mencionamos pero no lo ponemos en práctica, le damos un uso muy pobre. (Efesios 6:18).
(4) La Iglesia: Nuevamente, este último recurso es uno que tendemos a ignorar. Él nos manda a no dejar de congregarnos como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras (Hebreos 10:24-25). Él nos manda confesar nuestras ofensas unos a otros (Santiago 5:16).
(1) El Espíritu Santo: Es la persona que mora en nosotros y que Dios ha dado a Su iglesia, para ser victoriosos en el vivir cristiano. En Gálatas 5:16-25, Dios hace un contraste entre las acciones de la carne y el fruto del Espíritu. En ese pasaje, somos llamados a caminar en el Espíritu.
(2) La Palabra de Dios, la Biblia: 2ª Timoteo 3:16-17 dice que Dios nos ha dado Su Palabra para equiparnos para cada buena obra. Esto nos enseña cómo vivir y qué creer, nos revela cuando hemos escogido senderos erróneos, nos ayuda a regresar al sendero correcto, y nos ayuda a permanecer en ese sendero.
(3) La Oración: Este es otro recurso esencial que Dios ha dado. Nuevamente, este es un recurso que los cristianos mencionamos pero no lo ponemos en práctica, le damos un uso muy pobre. (Efesios 6:18).
(4) La Iglesia: Nuevamente, este último recurso es uno que tendemos a ignorar. Él nos manda a no dejar de congregarnos como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras (Hebreos 10:24-25). Él nos manda confesar nuestras ofensas unos a otros (Santiago 5:16).
Feliz Inicio de Semana Dios los Bendiga....