enero 26, 2013

LEVANTARSE Y VOLVER A EMPEZAR




 
"Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano" Salmo 37:24
¿Te sientes deprimido hoy? ¿Te desanimaste por lo que experimentaste ayer? En un momento de descuido, ¿tropezaste y caíste por haber cedido al pecado? Hay algo peor que caerse, es quedarse en el suelo..! El pecador se cae y no se levanta, pero en el caso del creyente en Cristo, la situación es diferente. Aunque a veces nos caigamos, no estaremos contentos hasta que seamos restaurados. No deberíamos pecar, pero lo hacemos demasiado a menudo. El apóstol Juan escribió: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos..."
(1 Juan 1:8). Pero la buena noticia es esta: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados..." (1 Juan 2:1-2). Cristo es nuestro Defensor y Abogado diariamente. Por eso nada mejor que, admitir nuestros pecados, errores y confesarlos. Jesús aunque murió por nuestros pecados, sabía que seguiríamos luchando contra el pecado. Por esta razón, proveyó lo necesario para que pudiéramos limpiarnos diariamente.
Empieza cada día con el Señor Jesús, dedicando un tiempo para leer tu Biblia o hacer tu devocional, confesar tus pecados, admitir tu debilidad y pedirle a Dios fortaleza para hacer lo que Él quiere que hagas. Cuando dependas de la gracia y de la fortaleza del Señor, ¡al poco tiempo sabrás qué es en verdad, la victoria!
Reflexión: El avance en la vida cristiana, no se mide tanto por las veces que caemos, sino por las veces que nos levantamos cuando hemos caído.

Liberándome del Pecado
1- Confesar todos los pecados conocidos y que no se hayan confesado. En algunos casos, los sentimientos de culpa nos muestran que la confesión es necesaria. Muchas veces, nos sentimos culpables ¡porque somos culpables! (Ver la descripción que hace David de la culpa y su solución en el Salmo 32:3-5).
2- Pedir al Señor que le revele cualquier otro pecado que necesite ser confesado. Ten el valor de ser totalmente abierto y honesto ante el Señor. “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad.” (Salmo 139:23-24ª).
3- Confía en la promesa de Dios de que Él perdonará los pecados y quitará la culpa, basándose en la sangre de Cristo, 1 Juan 1:9; Salmo 85:2; 86:5; Romanos 8:1.
4- En ocasiones, cuando surgen los sentimientos de culpa sobre pecados ya confesados y abandonados, rechaza tales sentimientos como una culpa falsa. El Señor ha sido fiel a Su promesa de perdonar. Lee y medita en el Salmo 103:8-12.
5- Pide al Señor que aleje de ti a Satanás, tu acusador, y ruégale que te restaure al gozo que procede de la libertad de la culpa.
6- Encuentra una persona creyente, madura y de confianza con la cual puedas abrir tu corazón y pedir ayuda. Pídele un tiempo para reunirte semanal o quincenalmente.